Hago, luego existo.

Mi participación en el vino es el resultado de un sinnúmero de eventos conscientes e inconscientes, algunos buscados, muchos fortuitos.

A través de lo que llamo "mi vida", un día me encontré enfrente de alguien, un maestro, EL MAESTRO que tuvo en sus palabras la habilidad de despertar en mí, una mezcla de curiosidad e intriga por algo que hasta entonces sólo era una fruta: la uva y todo lo que a ella se asociaba. Ese día, en forma inconsciente, inicié mi recorrido hacia el vino. Poco a poco, esta acción, pasó de conocer de vinos a hacer vino.

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Mi relación con el vino es indisociable, mucho de lo que soy se lo debo a Él. No me imagino lejos de Él. Me interpreto a través del vino. El vino es el elemento de mi contexto. Como actividad humana, el vino es incluyente y este se enriquece a medida que los actores participen; intercambiando sus vivencias, haciéndolo suyo día a día.

No existe región del vino si los habitantes en su conjunto no forma integral e indisociable de este quehacer. La cultura vitivinícola de un lugar se reconoce cuando sus miembros la viven y la compoarten en esapcio, tiempo y forma.

El vino mexicano

Como representante de nuestro mosaico cultural, es una actividad que representa en mucho el México contemporáneo, de empuje, de apuesta. En Baja California esta actividad tiene un momentum, único, casi caótico. Aunque su escala referenciada a la vitivinicultura mundial lo descontextualiza, es probablemente una de las regiones de mayor riqueza en su propuesta. Por sus actores, uvas, zonas y las múltiples interpretaciones que de este trinomio resultan. Hasta ahora, es el momento actual el que ha presentado por mucho la mayor dinámica enológica del Vino Mexicano. Sin duda, este movimiento requiere de la siguiente generación.

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A pesar de su poca penetración, nuestros vinos aportan al resto del mundo propuesta, variedad, carácter y origen. El Vino Mexicano es por su sazón un producto que enriquece la oferta de sabores, nuestros vinos sabiendo a México diversifican la propuesta enológica mundial.

Creo que los avances más significativos del vino mexicano son la depuración de su carácter; su participación en el México contemporáneo, su relación de mexicanidad y orgullo y, sin duda, su presencia en las nuevas generaciones.

La cultura culinaria se ve enriquecida por sus productos de origen y por el conocimiento de ellos, la presencia del vino mexicano es un pieza que enriquece, refresca y solidifica nuestro patrimonio culinario.

Los hacedores de vino son un elemento del trinomio sitio-planta-hombre. Como portadores del conocimiento adquirido, los enólogos son responsables de la conservación, promoción, así como la evolución y su actividad. Aunque no hay que olvidar que siendo la elaboración del vino un oficio, es acción de cualquiera que lo ejerza, su formación y evolución.

 

Hoy el vino ha vivido una dinámica mundial que en pocos años ha cambiado la percepción del consumidor a nivel mundial, haciendo un mercado receptivo, competido y muy cambiante; nuestro mercado evoluciona con las propuestas que no llegan: El vino mexicano es una propuesta, no es la única aunque sí de alta calidad. El reto es que nuestros vinos formen parte de nuestro bagaje. Ese que se entrega con cariño a la siguiente generación.